viernes, 8 de julio de 2011

FEZ: EL LABERINTO DE LA..."FAUNA"

DENTRO DEL LABERINTO

A las 7 de la mañana saltamos de la cama (ojalá me levantase con tanta alegría cuando voy a currar).

El día había amanecido soleado y con buena temperatura. Desayunamos unas galletas y algo de fruta que habíamos traído de casa y salimos en dirección a la Medina Vieja, Fez el-Bali. En la misma puerta del hotel nos abordó un guía oficial (nos enseñó su credencial y todo) para ofrecernos sus servicios…No, gracias, majete… Muy feliz

Pillamos un taxi allí mismo (con taxímetro, por supuesto). 5 minutos y 9 MAD después estábamos frente a Bab Bou Jeloud, una de las puertas de entrada principales, y posiblemente la más bonita. Aunque parece antigua, fue construida a comienzos del siglo XX. Por el lado de fuera está revestida de azulejos azules y por el de dentro son de color verde.








Delante de nosotros apareció el restaurante la Kasbah, del que tanto se ha hablado en el foro y del que dejaré mi opinión más adelante.


Llevábamos un plano bastante “bueno” de la Medina que sacamos de aquí www.fez-riads.com/medina__maps.htm , pero como para mí lo realmente divertido en estos sitios es perderse y acabar donde Mahoma perdió la babucha, pues no se hable más. Nos metimos hacia la izquierda de la Kasbah por una zona cubierta y ante nosotros se abrió Talaa Kebira, una de las 2 arterias principales que atraviesan la Medina. Era temprano y estaban empezando a abrir todos los puestos de frutas y sobre todo, de carne. Nos encontrábamos en una zona oscura, maloliente, llena de gente, de burros cargados con cosas de lo más insospechadas, de moscas desayunando tan campantes sobre un cordero abierto en canal, de gallinas, de gatos observando el panorama con ojos golositos. Es un impacto sensorial bastante fuerte, así de entrada. Por muchas veces que hayas estado en medinas de países árabes no dejas de sorprenderte. Chocado




Y encima, un simpático amigo nos esperaba para darnos la bienvenida.


Unos metros más adelante se hizo la luz (poco, no os creáis, jeje). A la izquierda nos encontramos con la famosa clepsidra, reloj de agua diseñado por un relojero aficionado a la magia.


Enfrente, la entrada a la Madrasa Bou Inania, una antigua escuela coránica. Entramos a visitarla (10MAD). Una preciosidad ver ese patio, esos arcos labrados, esos mosaicos de azulejos (zelij) con motivos geométricos, un claro ejemplo de arquitectura benimerín.






Tras admirar cada detalle, salimos de nuevo a la calle a seguir con nuestro periplo, esquivando cacas de asno, saltando charcos y sorteando todo tipo de obstáculos. La verdad es que había muy poquitos turistas, la mayoría italianos.




En este punto yo ya estaba echando de menos a algún pelma ofreciéndose de guía, pero se ve que aún era demasiado temprano. Ya aparecerían, ya… no nos íbamos a librar tan fácilmente. Ojos que se mueven


Continuamos por Talaa Kebira atravesando el zoco de los zapateros y las babuchas, pasando por la mezquita Ash-Sherabliyin. Después vendría la zona de los artesanos del cuero y, por fin, en el cruce con Suikat ben Safi nos encontramos con la entrada al zoco el-Attarin, mercado de las especias. Siempre disfruto muchísimo en estos sitios con los olores y los colores de los miles de sacos de especias apilados uno contra otro. También había muchos puestos de frutos secos, dátiles, higos… baratísimos. Aproveché para comprar cardamomo, que me encanta echarlo en el té y unos saquitos de hierbas aromáticas para meter en los armarios o en el coche como ambientador (que huelen genial y duran muchísimo tiempo).


Saliendo por un desvío a la derecha fuimos a parar a una pequeña placita arbolada conocida como el Zoco de la Henna, donde venden más especias, esencias naturales, aceite de argán, jabones etc. Compré esencia de azahar a muy buen precio (10MAD una botella de 200ml) y me ha salido buenísima. Ya la he usado en un bizcocho y me quedó de muerte.


Me interesaba comprar aceite de argán, pero lo que me ofrecían en los diferentes puestos no acababa de convencerme y, además, el precio de salida que me daban era una salvajada. Por mucho que hubiese regateado no lo habría sacado por un precio razonable. Así que decidí no perder mi valiosísimo tiempo allí y buscar una cooperativa productora de aceite de argán que me habían comentado que estaba cerca… ¡¡y tan cerca!!...saliendo del zoco por una callejuela trasera me di de morros con ella. Allí había unas mujeres en el suelo machacando los frutos del argán con unas piedras.


Una chica que hablaba muy bien español nos explicó todo el proceso. El argán es un árbol típico de la zona, similar al olivo. Los frutos que da están recubiertos de una cascarilla muy dura. Se los echan de comer a las cabras para que con los ácidos gástricos ablanden la cáscara. Después recogen los frutos de las heces de las cabras, los tuestan y se muelen o machacan para sacarles el aceite. Hay 2 tipos de aceite: el de uso culinario y el de uso cosmético. Con este último también hacen cremas y todo tipo de potingues. Dicen que es estupendo para luchar contra el envejecimiento, el acné, las cicatrices…y muchísimas de las cremas carísimas de grandes marcas lo llevan entre sus componentes… así que yo, que soy muy glamourosa, decidí que me tenía que restregar por el rostro lo que acababa de cagar la cabra Riendo …y me compré un par de botellas de aceite virgen, una crema para el contorno de ojos y otra para las manos. Tras un arduo regateo lo saqué todo por 300MAD. Teniendo en cuenta que en el zoco antes me habían pedido 250MAD sólo por una botella… creo que hice una buena compra.


Desandando el camino regresamos al zoco de la henna y echamos un vistazo al Maristán Sidi-Frej, un antiguo manicomio. Se cree que fue el primer centro de especialidades psiquiátricas del mundo.


De vuelta a Talaa Kebira llegamos en un plis a la plaza an-Nejjarine, con su preciosa fuente en el centro.


Al fondo vimos el Museo de Arte y Artesanía de la Madera, pero no entramos.




Nos sentamos en un pequeño café en la misma plaza a tomar un té a la menta con unos cuernos de gacela para reponer fuerzas. Después nos perdimos un rato por ¿callejuelas? como éstas


y acabamos en el zoco de los carpinteros y en la Zaouia de Moulay Idriss, lugar santo de Fez, que está siempre llena de peregrinos. Los no musulmanes no podemos acceder, pero sí sacar alguna foto desde la puerta.




Regresamos por esos “intentos de calle” hasta la plaza an-Nejjarine y seguimos hasta la Madrasa el-Attarin con idea de entrar… pero estaba cerrada, así que nos acercamos hasta el Fonduq Tsetauin, que ahora está ocupado por mercaderes de alfombras.




Volvimos a Talaa Kebira y unos metros después ya estábamos frente a la Mezquita Qarawiyin, la más grande de las 300 que hay en la Medina. Nos acercamos a la puerta, que estaba abierta, para poder sacar alguna foto del patio.




Bordeando toda la pared que abarca el complejo de la Mezquita y la Universidad salimos a la Plaza es-Seffarin, o zoco de los trabajadores del latón. Allí les vimos trabajando a las puertas de sus negocios.










Había llegado el momento de acercarse a uno de los lugares que más nos atraían de la ciudad: las curtidurías. Mapa en mano, siguiendo con el dedo las callejuelas traseras de la mezquita empezamos a notar que nos estábamos acercando a Choura, el barrio de los curtidores. Yo esperaba haberlo sabido por el olor (que todos comentan que es repugnante), pero la verdad es que llevaba todo el día oliendo a mierda de burro y ya tenía la pituitaria anestesiada…. Supimos que estábamos cerca porque ¡¡¡por fin!!! aparecieron los plastas de turno ofreciéndose para llevarnos. ¡¡¡Cuánto tiempo!!! ¡¡Qué emoción!!! Amistad


Mi marido se echó a temblar… y eso que le había prometido antes de salir de casa que esta vez iba a ser “buena” y no iba a mandar a ninguno a tomar por saco de mala manera. Hoy conseguí contenerme. Ni yo misma me lo creo….Pero sólo hoy… En las siguientes etapas comprobaréis lo bien que se me da “deshacerme” de ellos Riendo .


Tras zafarnos de algunos niños que decían saber el camino, llegamos al río y ya empezó el espectáculo: burros cargados de pieles, hombres cargados como burros, pieles amontonadas por todos los rincones…y gente lavándolas en el río.







Vimos desde allí una terraza a la que se podía subir para ver las tinas donde tiñen las pieles. Era una tienda de bolsos, cazadoras y demás (como en todas las terrazas)…y subimos. Un señor en la entrada nos dio una ramita de menta para que la fuésemos oliendo (aunque, repito, yo no noté un olor especialmente fuerte. Seguro que en verano, con el calor es peor). Delante de nosotros apareció la imagen que todos los que visitan Fez se traen de recuerdo.




A la izquierda, las tinas blancas, en las que se realiza la primera parte del curtido remojando la piel en agua con amoniaco y excrementos de paloma. A la derecha, las tinas con los diferentes tintes para dar color a la piel y hombres metidos dentro, impregnados de pies a cabeza. Tiene que ser un trabajo durísimo.







El dueño de la tienda nos estuvo explicando que pertenecían a una cooperativa que daba de comer a 250 familias. A mi pregunta de ¿y sólo trabajan los hombres en las tinas? Me respondió con un tajante: ¡¡por supuesto!! Una mujer es incapaz de hacer ese trabajo!!! Le miré con ojos asesinos. ¡¡Sabrás tú de lo que es capaz una mujer!! Malvado o muy loco Malvado o muy loco Malvado o muy loco ...pero ya sabemos la mentalidad de australopitecus que tienen estos moros, así que buena gana de discutir.


Hicimos unas fotillos más y el dueño nos dijo que ahora nos iba a enseñar una exposición de cazadoras estupendas que tenía. Como no teníamos ninguna intención de comprar nada se lo dije bien clarito, por el bien mutuo, así ninguno perdíamos nuestro tiempo. Le dimos una propinilla y nos fuimos.


Yo quería subir a otra terraza desde otro lado, porque había visto fotos sacadas desde otro ángulo y se veían mejor. Dimos toda la vuelta al recinto y encontramos una callejuela con el pasaje que estaba buscando. Desde esa nueva terraza tuve una vista de las tinas mucho más cercana.
















El dueño de esta tienda nos contó que todos los tintes eran naturales, provenientes de plantas y hierbas, y que todo lo que teñían de amarillo lo hacían con azafrán y, al ser tan caro, lo teñían a mano en vez de en las tinas para no desperdiciar ni una gota de tinte.




También nos dijo que para distinguir si, por ejemplo, un bolso era bueno había que mirar la flexibilidad de la piel y que no oliese demasiado. Cuanto más suave y blanda fuera la piel y menos olor tuviese mejor trabajada estaba la pieza.




Mi marido estaba antojado de unas babuchas para estar en casa y en esta tienda tenían muchas y muy bonitas. Al final acabé comprándome yo también unas y son comodísimas. Pagamos por los 2 pares 110MAD (tras un pequeño regateo, ya que el precio de salida no era muy alto). Con un bolso que me gustaba no tuve tanta suerte. Me dio de precio inicial 900MAD…y pasé ni de entrar al trapo. No se lo iba a poder sacar por menos de 400 y me seguía pareciendo caro. Son 40€ y es piel, sí….pero estamos en Marruecos.




Con esto dimos por concluida nuestra visita al barrio de los curtidores. Cruzamos el puente Sidi-el-Auad y nos internamos en el Barrio de los Andaluces. Pasamos por la puerta de la Madrasa Sahrij, y otra que estaba cerrada. Vimos por fuera la Mezquita de los Andaluces y poco más y regresamos otra vez hacia la zona de la Mezquita Qarawiyin.













En este punto confluyen las 2 arterias principales de la Medina Vieja: Talaa Kebira (por la que habíamos venido) y Talaa Seghira (a partir de ahora Talaa Shakira, que es casi como se pronuncia, jajaja). Decidimos volver por esta última y ¡¡¡todo el rato cuesta arriba!!! Cawen, qué dolor de piernas!!


Tras media hora y 2 intentos de burricidio, llegamos con la lengua fuera a Bab Bou Jeloud. Se nos había echado la tarde encima… y aún no habíamos comido. Entramos a fisgar en el restaurante La Kasbah…y, francamente, no me convenció. Vimos el menú, que era exactamente igual que el que ofrecían en otros sitios… pero 3 veces más caro. Se nota que es un sitio eminentemente turístico y se columpian todo lo que quieren. Así que nos fuimos a los pequeños restaurantes que hay en Talaa Seghira, cerca de Bab Bou Jeloud, donde la calle hace una curva… y comimos allí por 70MAD (menos de 7€ los 2). Nos pedimos Harira (la típica sopa marroquí), un tajine de pollo con verduras, un couscous vegetariano y 2 cocacolas. De aperitivo nos pusieron un platito de lentejas guisadas con algo de picante que estaban buenísimas. Comimos de lujo, súper tranquilos, viendo a la gente pasar desde una pequeña terracita… y a precio marroquí, no europeo. Ya sabéis ¡¡pasad de los sitios turísticos!!




Estábamos francamente cansados de toda la pateada que llevábamos y ya eran las 5 de la tarde, estaba a punto de anochecer, así que cogimos un taxi y fuimos al hotel a descansar. Por la noche cenamos en el mismo garito de la noche anterior un par de chawarmas y unos refrescos por 30MAD, luego unas birritas en el hotel y a soñar con los angelitos (yo en mi caso, soñé con burros que me perseguían).

1 comentario:

  1. Más que excelente relato, lleno de datos útiles para el viaje que realizaré dentro de unos días. Lo de la bosta de burro me lo imaginaba. Muy lindas las fotos. Espero encontrar el restaurant que describes.

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