jueves, 7 de julio de 2011

ARGENTINA INFINITA

DÍA 1: VAMOS QUE NOS VAMOSSSS!!!
Y ya llegó el esperado día.
Tras unas semanas de incertidumbre por un problema médico de mi marido el doctor le dio el visto bueno y cogimos el AVE a Madrid. Luego el metro a Barajas T4. La noche antes hice el auto checking en la web de Iberia y pillé 2 asientos en salida de emergencia. Fila 37, asientos A y C de un Airbus 340-600, ventana y pasillo, los dos solitos.

Llegamos a Barajas, facturamos las maletas, pasamos el control y esperamos un ratito a que anunciasen el embarque de nuestro vuelo, que salió puntual a las 0:45. Nos esperaban 12:15 horas de despatarre sin ningún asiento delante. Aplausos

Yo nunca me duermo en los aviones. Es una desgracia como otra cualquiera. Mientras los demás roncan como ceporros me dedico a hacer sudokus o autodefinidos o simplemente a ver los caretos que pone la gente cuando está sobada con la boca abierta y la baba colgando Muy feliz . Este vuelo ha sido la única excepción en mi vida. Nada más sentarme me empezó a entrar un sopor del 15. El caso es que estuve haciendo tiempo a que trajesen la cena porque tenía más hambre que Carpanta (si sé los manjares que nos aguardaban me hubiese dormido antes Confundido ). Sirvieron la cena, por llamarlo de alguna manera.

Desde luego que los menús de clase turista no los diseña Sergi Arola como los de Business…para mí que cogen las sobras del comedor de Cáritas y las meten en las cajitas sorpresa esas que te dan. No sé exactamente lo que nos “echaron de comer”…pero creo que en algún momento había sido arroz y tras largos procesos de transformación y dos fusiones del núcleo se había convertido en un potingue amorfo que sabía a pollo (al pollo no nos lo presentaron, una lástima Ojos que se mueven ). Me aticé una botellita de cava y no esperé ni a que se llevasen los escombros de mi bandeja. Me quedé torrada y aguanté así casi 7 horas. (Joé, no duermo tanto ni en mi casa…¿¿¿será por el pollo??? Ojos que se mueven Mr. Green ).

Amanecí con el cuello mirando pa Cuenca a unas 3 horas de aterrizar. Tuve una suerte tremenda, porque en ese momento empezaba la última película con la que nos iban a deleitar: “Recuérdame”. Viendo el panorama, preferí “olvidarla”…y busqué un canal de música pop y…me salió el Julito Iglesias Jr haciendo gorgoritos. Hasta el perro de mi tía afina mejor cuando aúlla. Me quité los cascos en virtud de mi futura salud mental y aguanté viendo las nubes por la ventanilla hasta que se convirtieron en edificios y más edificios y pensé ¡¡¡pues esto va a ser Buenos Aires!!!...jodooo, qué ojo tengo, pues era Buenos Aires!!! Aplausos

Aterrizamos. Pasamos el control de pasaportes. El funcionario ni los miró. Puso el sello en la primera página que pilló y casi me jode el visado de Rusia con lo chulo que es Doblemente malvado . Previamente habíamos rellenado las tarjetas de inmigración en el avión. Ellos se quedan una y la otra la tienes que entregar a la salida. Las maletas llegaron bastante rápido. Las cogimos…perdón, a partir de ahora “las agarramos” y fuimos directos al Banco de la Nación (al ladito de las cintas de equipajes) a cambiar pasta. Ése fue el día que mejor cambio encontramos, a 5.25 pesos por euro. 


Vimos varias casetas de reserva de taxis. Yo pasaba de ir con Manuel Tienda de León porque nos dejaba en su central y de ahí teníamos que buscarnos la vida con los maletones y las mochilas. Pregunté en todas las compañías de taxis y pedían lo mismo: 115 pesos por llevarnos a nuestro Bed&Breakfast en Abasto. Tomamos un taxi y tras 40 minutos de divertidísima conversación con el conductor llegamos a lo que sería nuestro alojamiento las próximas 3 noches: Spot Bed&Breakfast, en calle Guardia Vieja 3532. Nos salió por 30 dólares la noche + IVA. Tirado de precio, aunque nadie da duros a cuatro pesetas y ya os contaré más adelante nuestras peripecias en el lugar. Eran las 9:30 de la mañana y tenían nuestra habitación preparada.

Dejamos los bártulos, nos dimos una ducha y salimos a comernos la ciudad. Agarramos el Subte (así llaman al metro) en la Avenida Corrientes, estación Carlos Gardel. Los billetes sueltos salen por la ridícula cantidad de 1,20 pesos, pero comprando una tarjeta de 10 viajes que se puede compartir pagas 10 pesos. Qué decir del Subte!!! Iba completamente petado y los vagones son bastante sucios y cutrecillos, pero hace su servicio. Primera parada, el famosísimo Obelisco de la Avenida 9 de Julio. Madre mía qué peazo avenida!!! Es la más ancha del mundo. No hay más que carriles y más carriles y un tráfico caótico digno de ver (Me quejaba yo de El Cairo y de Estambul… Ojos que se mueven ).




Nos hicimos las fotillos de rigor y entramos a un locutorio a llamar a casa. Los móviles no nos funcionaban a ninguno de los 2. De todas las maneras, no tenía pensado llamar desde el móvil porque sale por un pastizal. Los locutorios están por todas las partes, hasta en los Maxikioskos, y llamar a España sale bastante baratito. Menos de 1€ por hablar 7 minutos.

De ahí, nos fuimos a dar una vuelta por los alrededores: calle Florida, Lavalle, Corrientes... Vimos el Teatro Colón, recién remodelado y acabamos en la famosísima Plaza de Mayo, con la Casa Rosada al fondo, el Cabildo, la Catedral y los conocidos carteles y pancartas reivindicativas de las Madres de Mayo.





Hacía calor, unos 22 grados, y el día estaba muy soleado. Bajando por detrás de la Casa Rosada llegamos hasta Puerto Madero. Es una zona muy moderna, con rascacielos, algunos muy chulos. En el medio está el río y el Puente de la Mujer, diseñado por Calatrava. Para mí que este hombre tiene un plano del mismo puente y lo va poniendo en diferentes ciudades Riendo . Me recordó muchísimo al que hay en Valencia.



De pronto, un olorcillo rico, rico llegó a nuestras narices: parrilladaaaa!!!! Puerto Madero está lleno de restaurantes por todos los lados. Los hay de todo tipo, pero nosotros teníamos claro que íbamos a ir a Siga la Vaca, en la Avenida Alicia Moreau, pasando la Universidad (UCA). Nos habían recomendado mucho este sitio y no nos defraudó. Es un “tenedor libre” (así llaman a los buffets) y por 61 pesos el almuerzo (83 la cena) puedes hartarte a comer ensaladas, pasta y toda la carne asada que quieras. Incluye un postre por persona y la bebida. El local está muy bien. Es enorme y muy luminoso. Ésta fue nuestra primera experiencia con la carne argentina. Yo no soy nada carnívora, pero me puse las botas. Qué bueno estaba todo!!! La carne es tiernísima, jugosa y con ese sabor característico de la parrilla al carbón. Comimos morcilla, chorizo criollo, bife de lomo, chinchulines, riñones, mollejas, asado de tira….hasta no poder más. Todo bien regado con una botellita de Malbec de la zona de Mendoza bastante apañado que venía incluida en el precio. Se puede pagar con tarjeta y no cobran recargo. (Lo digo porque hay sitios que no admiten tarjeta o que pretenden cobrarte un 10% de más por usarla).

Cuando nos quisimos dar cuenta, eran las 6 de la tarde y entre la panzada que nos habíamos metido, el vinillo, el calor y el jet lag que ya empezaba a pasar factura nos agarró un aplatanamiento de la leche y decidimos pillar un taxi e irnos al hotel a descansar. Los taxis son muy baratos en Buenos Aires y los conductores te cuentan su vida y milagros haciéndote el viaje muy ameno mientras vas rezando todo lo que te sabes para que no se estampen contra los tropecientos mil coches que se cruzan constantemente sin intermitencias ni nada Confundido .

Una vez en el hotel nos trincamos en la cama a ver la tele y descubrir que los programas de allí son todavía más chabacanos que los de España (que ya es decir). Empezamos a conocer a la fauna televisiva local y pensé que hasta Belén Esteban derrocha glamour al lado de La Turca, Viviana Canosa, Coki Ramírez, Ricardo Fort y un montón de animalitos mediáticos que están a todas horas en todas las cadenas.
Nos quedamos fritos y amanecimos al día siguiente tempranito completamente recuperados.

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